sábado, 15 de enero de 2005

Mariano

Mariano paga el boleto, lo introduce en su lugar y se encuentra ahí, baja las escaleras lentamente, prefiere despedirse del lado que lleva al norte.

Aprieta de nuevo el libro que lleva bajo el brazo, después de todo quiere que sepan que era culto, que era socialista, y casi por entendido (bah! como si lo fueran a entender): revolucionario.

Comienza entonxces a subir las escaleras, las últimas, lentamente, como si las botas pesaran con cada paso una tonelada más.

Llega hasta ahí, al final del camino, frente a la línea que divide la luz de la eterna oscuridad, ésa segmentada línea amarilla. Se había colocado al final como para que fuera inevitable e inmediato.

Diez minutos antes del cierre, así se ahorra los testigos y los retrasos de multitudes desconocidas, hasta éso, es conciente, aún en el final, pensando en todos.

Se inclina un poco hacia adelante, para buscar al verdugo, que lo saluda con su luz, la última que piensa ver... en ese preciso instante la luz le provoca un poema, uno que ya no escribirá, al fin y al cabo, nunca fué buen poeta.

Se inclina un poco más, para que el peso de la cabeza lo arrastre hasta el final, escucha el claxon y se despide, de sus padres, de la chica que no supo quererlo, el maestro intransigente... en un segundo se despide del mundo.

Titubea, y en un momento de debilidad (o fortaleza, nunca lo sabremos) abre los ojos, sólo para encontrarse con sus ojos... esos ojos... ésos ojos bien valen la vida entera.

Mariano se aferra, con su cabello enmarañado y las gastadas botas salta hacia atrás, con todas sus fuerzas, con el corazón de por medio. No podía hacerlo, no después de haber traspasado esos ojos.

El gusano naranja lo despeina aún más, el aire provocado por éste estuvo a punto de arrancarle el libro de las manos... se recupera mientras las puertas del metro se cierran. Ahí está ella, al otro lado del andén, riendo del aparente despistado. Todo vuelve a tener sentido.

Mientras baja presuroso las escaleras para encontrarse con ella, piensa que bien valen la pena ése par de ojos el volver a intentar el oficio de poeta.

De todos modos, la idea de quitarse la vida en viernes, y frente a una chica tan guapa, nunca valen realmente tanto teatro.
el flako mix
Citlalmacuauhtécatl
In Lakech

4 comentarios:

Anónimo dijo...

y bueno "son las cinco`e la mañana y yo no he dormido nada pensando en ... su belleza? ........
insomnio
I
N
S
O
M
I
O
I
N
S
O
M
N
I
O
I
N
S
O
M
I
o
o
o
que se hace?
Lya Morgana

Mujer sin demonio... dijo...

La poesía es la que vale siempre y en todo... saludos Señor Coleccionista de Sueños...

siloam dijo...

mereció la pena el cuento, pero mejor este final.

un soñador cualquiera dijo...

lya:... no he posteado tu anuncio y no he de hacerlo al menos por un tiempo... estoy muy enojado/decepcionado. POR QUÉ????

lobo: pue vaya, después de tan fuerte comentario que se dice? gracias? jajaja... un gusto que nos visite... le estoy preparando algo.. solo aviso.
abrazo de papeles al viento.

mujer: verdad que si? y entonces por que no me sale?
abrazo de infiernos lejanos

siloam: gracias, no sabe cuanto viniendo de tan grande literata... un abrazo y gracias por la visita. (ota pa' vez)

gato!: (o es "a"?) bueno, estoy haciendo ya la invitación.. aunq todavía no estoy seguro de poder ir... eso de ponerle cara a las letras es peligroso! gracias por la visita. estaremos en contacto

gabi: gracias por la visita, la estaré leyendo, como siempre.