miércoles, 17 de agosto de 2005

Venganza!




Cuando mi primo y yo teníamos algo así como 8 y 10 años respectivamente, solíamos salir a andar en bicicleta, cuya ruta correspondía las más de las veces en darle la vuelta a la manzana, platicando de caricaturas, cómics y algún nuevo caramelo descubierto por ahí...

En alguno de ésos viajes alrededor de la manzana, mientras comíamos goma de mascar sabor hierbabuena (si, es en serio, lo recuerdo perfectamente) en una esquina nos topamos con un perro callejero, de ésos que la pura pinta te da desconfianza, que a ésa edad juras y perjuras que tiene sarna, pulgas, rabia y cuanta enfermedad contagiosa conozcas...

Entonces mi primo se baja de la bicicleta y empieza a acariciar al perro, aún con mis reclamos de que lo deje en paz, que ha de estar pulgoso, que lo va a contagiar de algo... mi primo hizo caso omiso y lo siguió acariciando, para que después el perro se levantara en dos patas y lo empezara a lamer en las mejillas, acto seguido yo respondí con un empujón al perro, el cual cayó de nuevo en cuatro patas y me gruñó...

Más tardó en gruñir que en lo que yo ya estaba montado en la bicicleta de nuevo, empezando a pedalear temeroso por mi vida o santa sea la parte que pudiera ser mordida en algún fiero ataque, así que salí todo veloz, y lo único que recuerdo es que el perro ladraba, sólo escuchaba sus patas corriendo veloces tras mi también veloz bicicleta.

Comencé a llorar desesperado, como si supiera que seguro me iba a alcanzar, que me tiraría de la bici y que ahí sería el fin del que pudo haber sido un hombre tan guapo... Luego los latidos del corazón al 100, llorar aún más desesperado, con la boca abierta que dejó escapar la goma de mascar sabor hierbabuena y las mordidas del perro que sentía cada vez más próximas a el pie que quedaba atrás mientras pedaleaba...

Al dar la vuelta en una esquina de pronto no sentí nada más, el sonido de sus dientes al chocar habían cesado, así que giré la cabeza para cerciorarme y ya no estaba ahí... pero mi primo!!!
a él todavía lo podía morder y quién sabe cuánta cosa!!! seguí todo veloz hasta llegar a casa, derrapando en la entrada y abrir la puerta lo más rápido posible para ir a salvar a mi primo...

Lo primero que hice entrando fué tirar la bicicleta, acto seguido buscar el bate de béisbol que mi madre me regaló en algún cumpleaños y que muchos años más tarde sirviera para matar a la primera rata de mi vida y cuyo suceso me dejaría bastante traumatizado durante un par de horas, así que con bate en mano y todavía con lágrimas interminables en los ojos salí de casa lleno de odio, de sed de venganza: Moooooy!!! Voy por tí!!! Te voy a salvar Mooooy!!!!!

Apenas llegué a la puerta que daba a la calle cuando alguien me sujetó del bate que yo tomaba como para batear el gran home run de mi vida, eran mi madre y mi tía, que habían salido debido al escándalo que armé al llegar, preguntaron qué había pasado, mostrando un terrible nerviosismo en sus caras... les relaté lo que había pasado y ví como recuperaban su color, mientras yo aún no entendía cómo era posible que no fueran a llamar a la policía o algo parecido, puesto que la situación a mi parecer era gravísima.

Inmediatamente salimos de casa rumbo al lugar donde estaba mi primo, y apenas al salir a la calle vimos como él iba dando vuelta a la esquina todo feliz, preguntándome por qué me había ido... lo único que pude hacer fué abrazarlo mucho, muy fuerte, todavía entre sollozos y decirle lo mucho que lo quería, que lo iba a rescatar, que no me volviera a desobedecer nunca más...

Y sí, ése perro me traumó por algunos años con todos sus congéneres, aunque tiempo después hice las pases con ellos... mi primo me siguió desobedeciendo y yo salvándolo de varias aventuras más... pero eso será otro día, con más calma, menos sueño y más memoria...



el Llanero Solterón pensando qué carajos hará el día en que llegue a conseguir novia...
In Lakech

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