Pasajeros, pueden desabrochar sus cinturones, el peligro ha pasado, pueden volver a sus actividades normales...
El corazón está tranquilo, está feliz.
Aparentemente todo fue un mal sueño, y un pellizco era todo lo que hacía falta.
De paso, todavía no puedo abandonar compleatamente el vicio del cigarro, pero ahí vamos.
el gato rocanrolero
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