miércoles, 8 de agosto de 2007

El Papalote


Érase que se era un papalote que andaba feliz por el mundo, el papalote era de color azul cielo con estrellas plateadas, unos ojos transparentes lo adornaban también dandole cierto aire de confianza a quien lo veía pasar por aquí y por allá, este buen papalote papaloteaba un buen día mientras silbaba una canción, mientras se dirigía a la fiesta de cumpleaños de una amiga monedera suya a la que quería casi como su hermana, en dicha fiesta estaban invitados, entre otros tantos, algún trompo chillón, un par de yoyos, un balero y creo que un avión rojo de latón también, amigos del papalote por andar derrepente en los mismos lugares, y es que un papalote mientras recorre feliz el cielo azul (cielo, válgame la válida rebuznancia), se encuentra con muchos juguetes de materiales, colores y tamaños distintos, y este papalote en particular era más bien del tipo casi siempre amistoso (que no lo era cuando alguien molestaba a sus amigos, o bien cuando le daba por papalotear con un viento medio violento sabor agrio que no le sentaba), por lo que conocía a chicos y grandes en varias jugueterías y parques de juegos a la redonda.

Pues bien, llegó el papalote azul cielo a la dichosa y tan concurrida fiesta, donde estaban un par de trompos chillones, el balero, y así y así... para la sorpresa del papalote azul cielo, en dicha reunión se encontraban también unas fichas de dominó y algún par o más de canicas, las cuales no conocía nuestro amigo el papalote azul cielo, así que amiguero como era las conoció, aprovechando además que traía el estambre con puntitos que algún día una golondrina le regaló en sus papaloteadas, así pues, se encontraba el papalote muy contento con su amiga monedera, cuando llegó una sonaja que ya conocía el papalote azul cielo acompañada por una flamante y preciosérrima cajita de música de color azul con detalles en dorado...

Acto seguido, al paplote azul se le voltearon los ojos, dió tres vueltas en el aire y después se contuvo, no fuera a ser que los demás notaran lo emocionado que estaba al ver tan monumental y finamente hecha cajita musical, así que el resto de la noche no pudo quitarle los ojos de encima a dicha cajita, que si se veía linda desde aquí y desde allá, que si de perfil o de frente, daba igual, el papalote azul cielo se ponía feliz sólo de imaginar las melodías que la cajita azul podría tener dentro de sí...

Lamentablemente el papalote en esa ocasión se encontraba trabajando en un circo, donde hacía todo tipo de trucos: papaloteadas, machincuepas e incluso alguna que otra papalotería, que aunque se lea feo, es una especie de suerte bastante difícil que sólo algunos cuantos osados apalotes en el mundo pueden realizar, así que entonces el papalote azul cielo muy cortés como podía ser, se despidió de los invitados de su amiga monedera y partió hacia el circo en cuestión, con la promesa de su amiga monedera y alguna canica de que irían a verlo esa misma noche al circo.

Llegó pues el papalote al circo, donde además del espectáculo principal de ver a la única e inigualable zebra morada (pero esa es otra historia), estaba la inigualable atracción del papalote azul cielo, así que cuando llegó el momento, el papalote azul cielo empezó a papalotear, a machincuepear y así y así, cuando a medio acto, llegó su amiga monedera y demás invitados a ver el chou del papalote azul cielo, que papaloteaba sin parar, y aún con más ahínco al ver que la cajita musical azul con detalles dorados también venía en el grupo, el se dedicó a echarle ganas al espectáculo, y ella, por su parte, a darse vueltas por la pista donde el papaloteaba sin cesar: el trato parecía cerrado.

Prosiguió pues el espectaculo y el festejo de monedera y sus amigos, pues además de ser un circo donde trabajaba el papalote azul cielo, también se podía disfrutar de una exquisita agua de rábano dulce traído de tierras lejanas y también semillas del árbol del fondo del mar como botana (que esas también son otras historias), y así como era de buena la amiga monedera, y viendo que la cajita azul y el papalote azul cielo no eran indiferentes el uno del otro, y además sabiendo que el festejo aún se prolongaría por unas horas más, decidió con algunos de sus invitados, esperar a que el papalote azul cielo terminara su chou, para después invitarlo a la reunión posterior, a la cual el papalote azul cielo aceptó gustoso asistir, pues es bien sabido por estos rumbos, que los papalotes si algo tienen de bueno es lo fiesteros, sumado eso a el hecho de que la cajita musical azul con detalles en dorado también asistiría a la reunión.

Así pues después de romper el hielo, el papalote azul cielo y la cajita azul con detalles en oro se conocieron, ella posiblemente quedó prendada de sus ojos transparentes y él no pudo resistirse a los encantos de las pocas notas que la cajita soltaba en cada risa que el lograba arrancarle con sus chistes recopilados en sus viajes por aquí y por allá.

La historia del papalote azul cielo era más bien de libertad, papaloteando un rato aquí, otro rato más por hasta allá, luego más lejos y volando bajo y alto según el ánimo del viento, conociendo muchos juguetes en su papalotear, feliz y libre al fin, con alguna que otra parada técnica en jugueterías donde se enamoraba ya perdida ya fugazmente de alguna pequeña (o grande) maravilla en su papalotear... y así se le iba (y se le venía) la vida en su largo recorrido por el cielo azul, regalando risas, otorgando paseos por el cielo de vez en vez, y trabajando ocasionalmente en circos u otros lugares donde necesitaran sus servicios.

Por el otro lado, la cajita musical azul con detalles en dorado tenía otra historia, ella en cambio no había sido nunca libre del todo, cuando conoció al papalote y empezaron a platicar de esto y de lo otro y de lo de más allá, el papalote azul cielo descubrió que la cajita musical había tenido un pasado más bien no tan feliz, o vaya, no siempre tan feliz; sucede que la cajita musical antes andaba de novia con otro juguete (del cual no se mencionará ni modelo ni color, pues esta historia es para todas las edades, y poner el nombre podría resultar harto ofensivo) que no se sabe aún si la quería o no, pero lo que sucedía es que la cajita lo quería mucho al susodicho, pero el otro se limitaba a no ponerle toda la atención, a prohibirle que tuviera amigos juguetes que terminaran en "o", no la dejaba tocar su linda música y menos que abriera la tapa que cubría el maravilloso contenido que dejaba ver una bailarina hermosa, que estiraba la mano como queriendo asir una estrella, que daba vueltas mientras la música sonaba tralalí, tralalá... el susodicho hacía todo a su manera y así es como se debía hacer, pues de lo contrario tenía amenazadísima a la cajita de dejarla para siempre, y luego al susodicho le bastaba con cambiarle el vestido a la bailarina, con ponerle algún adornito aquí y allá a la cajita para, según él, mantener las cosas bien... Así pues el susodicho un día se cansó o hartó de la cajita azul con detalles en dorado, después de conocer a una trompetilla, la cual pues así medio fea pero que le gustó más o algo, pues el susodicho abandonó a la cajita para irse con la trompetilla, lo cual dejó a la cajita envuelta en un mar de lágrimas, cerrada (creía ella) que casi de por vida y viendo fugazmente al susodicho a espaldas de la trompetilla con la esperanza de recuperarlo, con la esperanza de que el susodicho le prestara un salvavidas...

Pero vaya, finalmente un buen día la cajita musical aprendió a nadar o algo, se decidió a salir del tempestoso mar de lágrimas en el que se encontraba y para cuando conoció al papalote azul cielo, sólo quedaban algunos charcos más bien no tan leves y los estragos de la oxidación en los detalles dorados debidos a tanta agua...

Fué así como se conocieron el papalote azul cielo y la cajita musical con detalles en dorado, y a partir de ese momento no se pudieron soltar, si bien al paplote azul cielo le costó un poco de trabajo poder abrir la cajita en su totalidad, y convencerla que el mundo no es tan malo como lo pintan (por que no todos los pintores son tan buenos, hay que reconocerlo), que el cielo era azul (por que ya lo había olvidado) y que era bueno que si sabía bailar pudiera hacerlo (por que en este punto, la bailarina lamentablemente de salir tan poco se habñia olvidado de como dar las vueltas al compás de su música), la cajita poco a poco empezó a recobrar color, a usar los vestidos que en ese entonces el susodicho había prohibido, los detalles dorados resplandecían como hace mucho no se había visto en kilómetros a la redonda y ahora cada vez más y más juguetes se admiraban al verla tan radiante, como pareciera no la habían visto nunca...

La cajita musical azul con detalles en dorado y el papalote azul cielo se enamoraron pues, se contaron más de un par de secretos, se llenaron de besitos y besotes y besos medio-medianos también, se van apoyando en el amor, la bailarina de la cajita estiró una vez más la mano y tomó fuerte y cariñosamente al papalote por el estambre de puntitos, viajan para aquí y para allá atravesando con la sonrisa pegada a la cara... y ahora están aprendiendo a confiar el uno en el otro, que si bien a la cajita musical no le fué tan bien en el pasado, si te fijas bien el papalote tiene más de un par de parches en su haber...

...pero esa es otra historia.



el gato rocanrolero, almost very bien poquito enojado
In Lakech

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